miércoles, 21 de enero de 2009

Sigüenza

Trenes humeantes,
pitidos cantarines.
Viajeros, maletas destartaladas,
almendras garrapiñadas.

Árboles, paseos y agua,
ocas y cisnes
en el caz del molino, en la hondonada.
Segadores, petates durmientes
de sol y fatiga.
Jamón, panes y navajas;
como mesa y cama, el suelo, la manta.

Doliente castillo, con llagas en tus murallas.
Catedral, orgullosa,
como los clérigos que te cantan.

Pinos que elevan al cielo sus ramas,
las miradas.
Tierras rojas, de sangre y de guerras,
como el forro de las sotanas.

Piedras, doradas de mieles, testigos de historias,
sobrevivientes a los siglos,
por silencios y calladas.

Padre, madre, hermanas,
familia, memoria sagrada.
Colegio, juegos y letras.
Inviernos crudos, nieves heladas.

Primeros amores,
primeros besos, primeras hazañas,
primeros juegos, de amor, de pequeñas batallas.

Veraneantes, pantalones blancos,
jerseys a las espaldas.
Baños de sol, de agua.
Tragos de fino y limonada.

( De “Atardecer del alma” ) ©.

5 comentarios:

  1. He visitado en varias ocasiones ese pueblo maravilloso del que tan poéticamente hablas. Me quedaría corto hablando de las maravillas de la "Ciudad del Doncel" Por cierto, qué asombrosas estatuas de mármol. He paseado con mi mujer y mis hijos desde que eran pequeños y después con mis nietos. Solo le faltaba a Sigüenza tener a un poeta como tú. Enhorabuena.

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  2. Bella mente descripto tu pueblo en estos versos.

    Saludos afectuosos,

    Ana Lucía

    .

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  3. Gracias por vuestra visita y comentarios.

    He de hacer una aclaración: esta Sigüenza que aquí describo es la que ví por vez primera, en el año 1948, cuando, con mis padres , llegué procedente de Guadalajara, y ya nos quedamos a vivir en ella.
    Me pareció una ciudad maravillosa.
    Feliz Navidad.

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  4. Ignoto, no había visto hasta ahora tu comentario, disculpa y gracias por tuds amables palabras.
    Un abrazo

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